1 de mayo 2021
Estamos entrando en el mes de María, la Madre de Jesús Verbo encarnado del Padre. Aún resuena en nuestro corazón el eco de la palabra de Jesús, escuchada al pie de la cruz: “Mujer ahí tienes a tu hijo”, palabras consoladoras para nosotros, palabras de “nuevo envío” para María, envío hacia la tierra fértil de una nueva maternidad. “Cuando todo muere, cuando todo se oscurece en el Gólgota, Jesús pronuncia palabras de vida. Dice “madre” e “hijo”. Es el signo de la esperanza de Jesús. María que ya no es madre, puesto que su Hijo está muriendo, vuelve a ser madre: “Ahí tienes a tu hijo”. Madre de maternidad herida: un hijo muere; de maternidad recuperada: ahí tienes a tu hijo; y de maternidad multiplicada: todos nosotros somos hijos suyos” (Ronchi).Pues a Ella nos acercamos, de Ella queremos aprender el estilo exacto, el modo más humano que existe para estar delante de Dios…”Ahí tienes a tu madre”. Es un mandato de Jesús: déjate formar por Ella, por sus palabras y sus silencios…aprende su escucha y su guardar en el corazón, su alabanza, su atención amorosa, su fortaleza y su asombro, “aprende de ella como se sirve a Dios con seriedad y a los hermanos con ternura”.
Nos acercamos a su silencio fecundo, para dejarnos contagiar por él – lo haremos en la primera parte- y a la vez a episodios de su vida en los que nuestra contemplación creyente, enriquecida por la presencia del Espíritu Santo, encontrará alimento para crecer en aquellas actitudes que brillan como luz en su vida…
Ella nos dice, con sus actitudes, que es necesario cuidar el silencio para poder escuchar a Dios… En nuestro ser se agitan constantemente tensiones, se amontonan ruidos… Son nuestras tendencias, sentimientos que crean alborotos… Estar atentos a ellos, tomar conciencia del estorbo que pueden ser incluso para nuestro crecimiento en el conocimiento propio, es importante… Dedicar unos momentos a contemplar a María para aprender a acallar nuestro mundo interior, a silenciar movimientos que nos agitan nos ayudará. Ella nos dice como el silencio nos encamina hacia el encuentro con Dios y a la vez como se convierte en un espacio apropiado para vivir la comunión fraterna. El silencio en la amplitud de su significación nos permite restaurarnos por dentro, llenar de sentido nuestras palabras, acercarlas a la experiencia y hacernos vivir la verdad en el amor. Que estos días nos ayuden a vivir momentos para saborear el remanso de silencio que es la vida de María… allí madura su fidelidad…
Compromiso
¡Qué escuela la tuya, Señora! ¡Dame, Madre, un corazón siliente para acoger con humildad la palabra de tu Hijo! ¡Dame, María, la sencillez de corazón para aceptar la voluntad del Padre y orientar mi vida a la escucha con el fin de estar preparado para apercibir todos los susurros que el Espíritu me regala en la oración diaria! ¡Enséñame, Señora del silencio, a aprender a callar si al hablar voy a dañar la caridad! ¡Enséñame, Señora, a callar lo negativo, lo que avergüence al que está a mi lado, si no defiendo la justicia o la verdad, lo que corrompe mi corazón, lo que comporte sólo crítica destructiva o difamación! ¡Ayúdame a no hablar mal de nadie!